El Consejo de Ministros aprobó el pasado 17 de mayo el Proyecto de Ley de la LOMCE (Ley Orgánica de Mejora de la Calidad de la Educación). El texto presentado incorpora algunos cambios en relación con los anteriores borradores de la Ley. Aunque la Ley introduce cambios en la estructura del sistema educativo –modificación de la Formación Profesional, introducción de evaluaciones externas, eliminación de la comprensividad en el 4º curso de la ESO, supresión de la Selectividad, etc.-, la polémica, como era previsible, se ha centrado en los asuntos más ideológicos y mediáticos, entre ellos la configuración de la asignatura de Religión.
En este sentido, con la asignatura de Religión se ha destapado la caja de los truenos y diferentes partidos, sindicatos y organizaciones educativas han acusado al Gobierno de privilegiar esta asignatura.
Para FEUSO, conviene en primer lugar repetir y destacar –porque la ignorancia suele ser muy demagógica- que la Religión es una asignatura de oferta obligatoria para los centros de enseñanza y que los alumnos escogen de manera voluntaria. No es obligatorio, en ningún caso ni en ninguna etapa, estudiar Religión. En la ley anterior, LOE, y en ésta, la LOMCE, los alumnos que cursen la asignatura de Religión ejercerán de esta manera su libertad de elección sin que nadie les obligue a nada. De hecho, todos los años, los padres, tutores y los alumnos mayores de edad tienen que manifestar explícitamente su deseo de cursar esta asignatura. Este referéndum anual –a todas luces un sano ejercicio de la democracia escolar- es insólito en la educación española. En los últimos años, los alumnos y alumnas españoles han escogido de manera mayoritaria la asignatura de Religión en todas las etapas educativas, ejerciendo de esta manera el derecho que les garantiza la Constitución y los numerosos acuerdos nacionales e internacionales que hacen posible la presencia de esta asignatura en la escuela. Con datos del curso escolar 2011-2013, eligieron esta asignatura dos de cada tres alumnos (3.561.970 alumnos, frente al 1.779.253 que no están inscritos). ¿Por qué molesta este ejercicio de la democracia en las escuelas?
Y esto sucede a pesar de la oposición de diversos colectivos educativos y políticos, que han boicoteado de manera sistemática la implantación de la asignatura de Religión en la escuela pública, impidiendo que los alumnos pudiesen disfrutar de unos derechos que les reconocen las leyes educativas y nuestra Constitución. La LOE, sin embargo, ha permitido durante años la marginación de la asignatura. Para ello, siguió ofreciendo a los alumnos la posibilidad de elegir Religión, pero descafeinó al máximo la asignatura alternativa para los alumnos que no quisiesen estudiar Religión, que recibió en algunas Comunidades Autónomas el nombre de Atención Educativa. En esta asignatura se ofrecieron contenidos muy variados, en algunos casos, pocos, cuestiones educativas muy interesantes, pero la mayoría de las veces se convirtió en un tiempo perdido con actividades lúdicas y de ocio cuando no en recreo directamente o facilitando que los alumnos se fueran a casa.
Y es que la llamada Atención Educativa ha supuesto, en la práctica, como FEUSO ha denunciado en repetidas ocasiones, una flagrante pérdida de tiempo, cuando no una estrategia de aquellos que no quieren que la asignatura de Religión se imparta en los centros públicos. En una de las Resoluciones Especiales aprobada por el VI Congreso Estatal de la Federación de Enseñanza de USO, celebrado en 2012 en Valencia, proponíamos la supresión de la Atención Educativa con el fin de que se introdujese una asignatura alternativa a la Religión. Y lo explicábamos desde la experiencia aportada por el profesorado de Religión: “Los alumnos que cursan la asignatura de Religión están adquiriendo competencias derivadas de la materia elegida, aprendiendo historia, mejorando lectura, lengua, geografía, contenidos sobre las tradiciones y culturas, etc. La Atención Educativa que reciben los alumnos que no eligen Religión no es ninguna asignatura y no supone una materia curricular, llegando en muchos casos a ser un tiempo perdido de un número importante de horas a lo largo de toda la escolaridad, en las que simplemente se está jugando, pintando, viendo vídeos o, en el Bachillerato, ni siquiera se asiste a clase”.
El Proyecto de LOMCE ofrece una solución a una situación que, a nuestro juicio, está provocando desigualdades en la formación del alumnado. En primer lugar, la LOMCE, al ser evaluable, recupera el prestigio que como asignatura se merece, teniendo la misma consideración académica, para los alumnos que “voluntariamente la reciben”, que otras asignaturas: Educación Física, Artes Plásticas, Música, etc. Esta presencia en el currículum no es ninguna excepción sino que es habitual en la mayoría de los sistemas educativos europeos. En segundo lugar, ofrece a los alumnos, de manera optativa. una formación más completa, ya que los alumnos pueden elegir entre Valores Éticos y Religión sin que sea una opción excluyente, pues la asignatura que no elijan pueden estudiarla también como optativa.
Esto no significa, por otra parte, que la solución elegida por el Gobierno nos satisfaga, pues desde FEUSO hubiésemos sido partidarios de crear, para todos los alumnos, el Área de Sociedad, Cultura y Hecho Religioso, que tendría dos opciones: confesional y no confesional. Además, está por saber el peso horario de esta asignatura, clave también para valorar su prestigio.
Conviene recordar, para los demagogos y alarmistas, que esta asignatura aparece en la gran mayoría de los países de la Unión Europea. Está considerada, además, como uno de los Derechos Fundamentales de la Persona, como reconocen las legislaciones de las Naciones Unidas y las leyes de la Unión Europea. En la asignatura de Religión, conviene subrayarlo, no se exige profesar la fe, sino que se enseñan unos conocimientos que forman parte del patrimocio cultural de un país. También posibilita profundizar en la dimensión religiosa del ser humano y contribuye a la construcción, entre todos, de una sociedad mejor, basada en valores tan humanos como el bien, el respeto mutuo, la tolerancia y la solidaridad.
La presencia de la Religión, siempre elegida voluntariamente por los alumnos, garantiza que se cumpla un precepto constitucional, recogido en el artículo 27.3: el Estado debe garantizar el derecho de los padres a la formación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus convicciones. A este fin contribuye la asignatura y el excelente trabajo que desarrollan miles de profesores en los centros privados, concertados y públicos.
Durante el trámite parlamentario de la LOMCE seguiremos reivindicando la creación del Área de Sociedad, Cultura y Hecho Religioso con una dedicación horaria razonable pedagógicamente, como la solución más acorde para la formación integral de los alumnos. A la vez, seguiremos pidiendo que se mejoren las condiciones laborales del profesorado que imparte esta asignatura, algo que FEUSO viene reclamando desde hace muchos años (a no ser que, como proponen algunos, estos trabajadores pasen a ser de segunda categoría). Ha llegado el momento de que sus condiciones laborales, en todas las Comunidades Autónomas, sean las mismas que las del resto de los profesores que imparten clase en los centros públicos. En definitiva, el profesorado de Religión debe ser miembro de pleno derecho de los claustros a los que pertenece.
FEUSO seguirá trabajando, pues, en esta doble dirección: prestigiar una asignatura que, como las demás, contribuye a la formación integral de los alumnos y a construir una sociedad más humana y solidaria; y conseguir que los profesores que la imparten tengan la misma consideración laboral que el resto de sus compañeros.