El Síndrome Postvacacional, como así se denomina a esa sensación de malestar causada por la necesidad de adaptarse de nuevo a una rutina más exigente y no siempre satisfactoria y con horarios mucho más rígidos, puede ser el desencadenante de enfermedades y dolencias neurológicas. Según la Sociedad Española de Neurología (SEN), cerca del 35% de los trabajadores de entre 25 y 40 años sufren de este tipo de estrés. Lógico, ya que después de días de descanso y horarios distorsionados, la vuelta a la rutina supone un cambio importante en nuestras vidas. Al reincorporarnos a nuestra vida habitual tras las vacaciones, nos readaptamos al trabajo y a un estilo de vida más agitado y, con ello, experimentamos cambios mentales, emocionales y cognitivos.

Cuando el proceso de adaptación al trabajo, necesario al entrar en contacto con la vida activa, fracasa, entonces se generan una serie de molestias que no pueden catalogarse como enfermedad, pero si repercute en la calidad de vida de las personas.

Los más proclives a sentir estas molestias son quienes se incorporan a su trabajo sin transición, quienes idealizan el periodo de vacaciones, o los que no están a gusto con su trabajo habitual. Aquí viene bien esta cita de Steve Jobs: “La única manera de hacer un trabajo genial, es amar lo que haces”.

 

Algunos síntomas que se pueden dar en el síndrome postvacacional son:

–   Debilidad generalizada y astenia.

–   Problemas físicos: dolor de cabeza, dolor de estómago, taquicardias, sensación de ahogo, insomnio…

–   Disminución de la capacidad de concentración.

  • – Incapacidad para tomar
  • – Falta de adaptación
  • – Falta de motivación.
  • – Cambios de carácter.
  • – Desánimo.
  • – Apatía.
  • – Tensión, nerviosismo, ansiedad, depresión…

 

Son síntomas comprensibles, explicables por cambios en los ciclos de actividad, cambios en las comidas, reajustes personales, cambio social, percepción subjetiva  de  la  vuelta  al  trabajo, expectativas negativas de convivencia con compañeros o jefes, reorganización de la casa, etc.

     Consejos para prevenir el síndrome postvacacional y para que la “vuelta a la acción” sea lo más agradable posible:

–   Contar con un tiempo de adaptación ayuda a evitar estas molestias. Conviene ir regulando los horarios (acostarse a la hora habitual, moderar la siesta) los días previos a iniciar el trabajo, para ir ajustando el reloj biológico (adelantar paulatinamente la hora de despertar).

–   Planifica y organiza tu trabajo desde el primer momento. Y si puedes, regula progresivamente la intensidad de tus tareas: en otras palabras, evita la tentación de recuperar en pocos días lo que no has hecho durante semanas. Empieza por tareas simples,  para ir asumiendo retos poco a poco.

–   Evitar una motivación personal excesivamente centrada en las vacaciones.

–   Mantener determinadas aficiones que nos hagan sentir bien.

–   Realiza algún tipo de actividad física gratificante, de ocio: una buena idea es incorporar como nuevos hábitos algunas de las actividades realizadas durante las vacaciones.

–   Adoptar una actitud positiva siempre nos ayudará a adaptarnos mejor y más rápidamente a la rutina, planteando objetivos y metas alcanzables que nos hagan sentir realizados a corto y medio plazo.

Si la sensación de malestar o esos síntomas que sientes se prolongan más de dos semanas, acude al médico de familia: puede que padezcas otro tipo de problema.

El síndrome postvacacional puede terminar en depresión o fusionarse con el “síndrome de Bur- nout”, también descrito como “quemarse en el trabajo”. Por ello es importante aprender a disfrutar de nuestro trabajo y de nuestro tiempo libre, buscando retos y centrándonos en lo positivo.